lunes, 28 de septiembre de 2009

Los "diferentes" colores

Hoy me he quedado sorprendida al recibir en el correo este anuncio:





Simplemente me horroriza que ya desde pequeños les estén adoctrinando a los críos en sus "diferencias obligatorias". La niña, colores dulces de princesita, y el niño colores fríos, inclementes a sus sentimientos. Quizás parece una tontería, pero las frases de "los niños no lloran" o "las niñas no juegan con pistolas, sino con cocinitas" aún nos retumban en la cabeza.

Partiendo de la idea de que a los niños se les debería comprar juguetes que les gusten, me gustaría que alguien me dijera a cuántos niños les regalan un muñeco de recién nacido con su sillita si lo piden, por ejemplo, para Reyes. ¿Acaso ellos, en un futuro, no van a ser padres? Yo he visto niños jugando con otras niñas a los papás y a las mamás, y llegar el padre de turno y decirle "no, tú no juegues a eso, mariquita". Y bueno, ya cuando llegan al colegio, como tengan un juego de niñas, estarán marcados y maltratados el resto de su infancia.

Las niñas, en ese aspecto, son un poco más flexibles. Está mejor visto ser niña y jugar al balón que ser niño y jugar a las cocinitas. Pero hasta ciertas edades... ¿qué es eso de jugar al balón como un "marimacho" cuando te deberías estar pintando como una puerta?

Todo ésto al final lo que provoca es que el mundo está lleno de mujeres princesitas, metidas en casa, esperando al marido para tener hijos y criticar a la vecina, lleno de hombres que esperan que sus mujeres no ganen más que ellos, que tengan las camisas planchadas y los hijos duchaditos y metidos en la cama por las noches. En resumen, que la vida sea tal y como se la contaron. Y luego nos preguntaremos porqué los hombres siguen siendo tan machistas, y las mujeres tan dóciles y cobardes. ¿Acaso alguien les dijo que tenían otras posibilidades?

Por supuesto, ésto tiene otra cara bastante más amarga. La del que se revela. Ese hombre sensible y correcto, al que las mujeres sólo ven como el eterno amigo, porque no es un cabroncete que las haga sufrir, o esa mujer ejecutiva, que lo ha conseguido todo en el terreno profesional, inteligente y despierta, que no encuentra un hombre que soporte tener a su lado una mujer tan independiente y que gane más dinero que él. Estas personas son unas incomprendidas, unos "desechos" de nuestra sociedad tradicional, en la que las familias deben ser un modelo de jerarquía patriarcal, con hombres cuya obligación sea "protejer" a su débil mujer y a sus churumbeles.

He de decir, como punto final, que yo siempre he ido a contracorriente, y que por mucho que me prohibieron jugar al fútbol y criticasen porque no bebía alcohol, porque no me ponía falda o porque no gastaba sombra de ojos, he sido y sigo siendo muy fiel a mí misma. A fin y al cabo, yo nunca quise que pintasen las paredes de mi habitación de color rosa.

martes, 22 de septiembre de 2009

El partido de fútbol

Sus manos, abruptamente decoradas por los tendones y venas en tensión, apretaban con una fuerza desmesurada. Quizás más de la que nunca pudo imaginar. Podía sentir en cada dedo el palpitar del cuello de su esposa, resistiendo vagamente a su estrangulamiento. Los ojos de la mujer parecían salirse de sus órbitas y reflejaban el terror de la agresión, de la certeza de saber que esta vez que sería la última. Los de él estaban inyectados en sangre, en ira, en desesperación. La odiaba.
Finalmente cesó el pataleo y la tez enrojecida pasó a un gris traumático. El cuerpo ya inerte yacía colgado de las manos, aún en tensión. Acto seguido, él dejó que el cuerpo de su esposa se desplomase sobre el suelo y volvió a sentarse en su sillón preferido. Aún le quedaba por ver en la televisión la segunda parte del partido de fútbol.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Un dolor (no tan oculto)

Soy feliz, pero la tristeza se ha hecho un poderoso hueco en mi corazón que no me deja sonreir del todo.
Tengo muchas cosas buenas en mi vida, una mujer maravillosa con la que me despierto cada mañana y que me da motivos para sentirme dichosa, buenos amigos, trabajo y mucho deporte en la tv.
Pero mi teléfono no suena y si lo hace es cualquier persona excepto ella, excepto mi madre. No me gusta pensar en ello, pero es que en ese aspecto me siento muy sola, me siento abandonada, carente del calor del que siempre disfruté a su lado... hasta que supo que quería ser yo misma, hasta que se enteró de que soy lesbiana.
A veces por las noches me despierto sobresaltada, acosada por pesadillas que me recuerdan el amor/odio que siento por tantos años de desoladora indiferencia, de sus lágrimas y reproches y de mi incapacidad por encontrar una salida en la que tenga cabida ella y sus homófobas ideas.
En mi presente y en mi futuro ella no tiene cabida, pues no acepta la realidad, la verdad de mi corazón. Y para qué nos vamos a engañar, su chantaje hace mella, pero no estoy dispuesta a destruirme a su lado, prefiero vivir cargando con la pesadumbre de saber que mi madre no quiere estar a mi lado, que dejar de ser yo misma.