viernes, 28 de mayo de 2010

Erase and Rewind

Me voy a la playa este fin de semana.

Estoy deseando escuchar el rumor de las olas, sentir el frescor del agua en mis pies, aspirar el aroma del mar y degustar su sabor salado al paso por mi cuerpo. Quiero sentir que las horas no pasan y que mis ojos cerrados me transportan hasta los confines del universo. Necesito saber que cuando los vuelva a abrir, seguiré sobre la toalla, bajo la sombrilla y con mi última lectura a mi lado, esperando que recorra sus páginas llenas de aventuras.

Sé que este fin de semana son las ferias de Cáceres y que lo suyo sería quedarme aquí, pero mira, he cambiado de opinión, o como diría Nina Persson en su disco Grand Turismo, "Erase and rewind".



Sí, definitivamente me voy a la playa. Do not disturb.

lunes, 17 de mayo de 2010

Contra la homofobia

Hoy, 17 de mayo, es el día de la lucha contra la homofobia, un odio que nos persigue todavía y contra el que hay que seguir luchando.

La historia demuestra que los cambios son complejos, lentos y sufridos, aunque éstos no dañen, aunque éstos no restrinjan, pues siempre hay algún ofendido.

La homofobia es una palabra tremendamente profunda. No se trata de que cuatro animales le peguen una paliza a un chico gay, por poner un ejemplo. De hecho, creo que nuestra sociedad, en general, siente repulsa ante cualquier tipo de violencia. Se trata de esa homofobia visceral aunque controlada, esa que hace mirar a la lesbiana del trabajo así, de soslayo, con distacia de por medio, no vaya a ser que quiera propasarse. La homofobia está detrás de cada comentario de los machitos de turno que opinan que "el culo contra la pared" cuando hay un gay en la misma sala y que "la que es lesbiana es porque no ha tenido un hombre de verdad entre las piernas".

La homofobia es un miedo hacia lo desconocido, hacia lo que se considera "antinatural" (algo bastante cuestionable, pues la homosexualidad siempre ha estado en la naturaleza humana), hábilmente impregnado de la retrógrada esencia católica. Se trata de considerar a los homosexuales personas de segunda clase, con los mismos deberes pero con menos derechos. Se trata de dejarse llevar por los poco acertados estereotipos, de pensar que todos los gays son unas "locas" y todas las lesbianas unos "hombretones frutrados".

La homofobia se alimenta de las costumbres, de lo que "siempre ha estado bien", se jacta de que un niño sólo debe ser criado por un padre y una madre, cuando lo importante en una familia es el amor. Sin ésto, no hay nada. De qué te sirve tener una madre y un padre que no te escuchan, que no te quieren, que te pagan con dinero en lugar de amor y de tiempo. La homofobia señala con el dedo a los padres buenos y a los malos sólo por su sexo y no por la capacidad de amar y de sacrificio que todo padre y toda madre debe poseer.

La homofobia se destila a litros cuando la salida del armario significa quedarse sin familia y sin amigos, cuando tienes que elegir entre una vida heterosexual forzada pero con el apoyo de tus padres o una vida al lado de la persona que amas pero con el rechazo de los tuyos.

La homofobia existe, desgraciadamente, y nos toca seguir luchando para erradicarla, para que los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales puedan vivir en paz, sin el yugo de la moral religiosa atenazando nuestros sentimientos, para que en el mundo nadie pueda tener miedo de salir a la calle y ser uno mismo, para que el odio y la sinrazón desaparezcan de nuestra sociedad y podamos ser libres para aferrarnos a la libertad de pensar, de vivir, de amar y de sentir.

Libres. Ojalá algún día se pueda alcanzar esta utopía.