jueves, 20 de octubre de 2011

Una luz en medio de la oscuridad

Con la ayuda de una manta acogió al animalito que maullaba entre tiritones en la puerta de su casa. Le había estado escuchando a lo largo de las interminables horas de desvelo que, como venía siendo habitual, pasaba durante la noche desde que María se marchó de su casa. Una vez lo tuvo entre sus brazos, subió nuevamente las escaleras que conducían hacia su dormitorio y lo colocó con delicadeza sobre el impoluto lado blanco de la sábana, quedándose ambos, instantes después, profundamente dormidos. Había encontrado la paz aquella noche.