martes, 17 de agosto de 2010

La elección

Adela llevaba varios horas absorta en sus pensamientos, cabilando sin descanso entre las dos opciones que había frente a ella. Por más que pensaba y pensaba era incapaz de elegir.
Siempre había sido una persona demasiado dubitativa, le costaba decidir y tomar la iniciativa, esgrimía sin descanso sus deseos pero nunca encontraba una respuesta óptima que le agradase, y hoy se encontraba en uno de esos momentos de extrema tensión.
Debido a esta falta de decisión, a lo largo de su vida había permitido que muchas personas de su alrededor la tomasen por ella, como cuando dudaba de si perder la virginidad o no con su novio, o si estudiar derecho, como prefería su madre, en lugar de historia del arte, como soñaba ella.
El caso es que, por una cosa o por otra, allí estaba sentada en casa, con su vientre henchido por los casi seis meses de embarazo, con los libros de derecho constitucional desperdigados sobre la mesa y sujetando en cada mano a las protagonistas de su tesitura: una tarrina de helado de chocolate belga y otra de fresas con vainilla.

lunes, 9 de agosto de 2010

Harta

Estoy harta de los golpes en el pecho.
Estoy harta de las opiniones de los demás, sobre todo cuando no han sido pedidas.
Estoy harta de la gente que se jacta de ser solidaria y después no hace nada.
Estoy harta de los antideportistas que creen que cultivar el cuerpo es descuidar la mente.
Estoy harta de la desconsideración y falta de tacto de la gran mayoría.
Estoy harta de que la gente hable de algo o de alguien sin saber, presos del atrevimiento que proporciona la ignorancia.
Estoy harta del color rosa, del color azul celeste y de todo lo que significan.
Estoy harta de que la gente se aburra y considere que va a llenar su vida con lo que ocurre en la mía o en la de las personas que hay a mi alrededor.
Estoy harta de las malas noticias.
Estoy harta de los amores que matan.